HISTORIAS QUE MANTIENEN VIVA LA LIMPIEZA Y EL ORGULLO DE CIUDAD
Mientras la ciudad duerme, hay quienes despiertan para cuidarla. Desde hace 28 años, Segundo Guangatal inicia su jornada a las dos de la madrugada, barriendo las calles que más tarde verán el bullicio del día. Es uno de los 154 trabajadores que conforman la Empresa Pública Municipal para la Gestión Integral de Desechos Sólidos (EPM-GIDSA), y forma parte del equipo de barrido manual, integrado por 66 personas que laboran en tres turnos. Con casi tres décadas de servicio, don Segundo ha recorrido cada rincón de la urbe, portando con orgullo su uniforme azul y naranja, símbolo del compromiso con su ciudad.
Su historia está marcada por el esfuerzo y la constancia. En sus primeros años caminaba desde Quisapincha hasta el centro de la ciudad para cumplir su labor; hoy, arrienda una habitación en la avenida Cevallos, donde apenas descansa unas horas antes de volver a empezar. “He dado mi vida a la ciudad. En la lluvia o en el sol, no podemos fallar, porque si faltamos, Ambato amanece sucio”, dice con voz firme, mientras recorre su ruta en la Ciudadela España. Al finalizar su jornada, cambia la escoba por un carrito de helados Bonice, recorriendo escuelas con una sonrisa. En sus días libres, regresa a su tierra para ayudar a su esposa en el campo y cumplir su rol como dirigente comunitario en Pucará Chico.
En otro punto de la ciudad, José Luis Criollo, con 21 años de servicio en la recolección de residuos, inicia su jornada a las seis de la mañana. Pertenece al grupo de recolección de carga posterior, encargado de recoger manualmente los desechos dispuestos en las veredas. Subir y bajar del camión decenas de veces al día exige fuerza, agilidad y coordinación. “Trabajo por mi familia, por mis hijos, ellos son mi motor”, comenta mientras ajusta sus guantes. También hace un llamado a la ciudadanía para respetar los horarios de recolección y evitar que los animales rompan las fundas. Cada día, cerca de 300 toneladas de residuos son trasladadas al relleno sanitario, un proceso que involucra esfuerzo, disciplina y trabajo en equipo.
La EPM-GIDSA no solo ejecuta labores de limpieza, sino que impulsa una gestión humana y formativa. Sus trabajadores reciben capacitaciones en prevención de la discriminación, violencia intrafamiliar, consumo de alcohol y drogas, así como en valores humanos y bienestar emocional. Además, promueve el reciclaje inclusivo junto a la Asociación de Recicladores de Base, generando ingresos dignos para decenas de familias. Detrás de cada calle limpia hay historias de compromiso y dignidad; hombres y mujeres que, con su trabajo silencioso, sostienen la imagen y el orgullo de una ciudad que cada día despierta más limpia, más humana y más consciente de su valor colectivo.